Es normal tener menos deseo sexual que mi pareja, me dijo una amiga una tarde en la que compartíamos café y confidencias. Llevaba tiempo sintiendo que algo había cambiado en su relación, pero no sabía cómo hablarlo con su pareja. Había momentos en que su deseo sexual no coincidía con el de él, y le preocupaba que eso significara que su relación estaba en peligro. Pero lo cierto es que, en muchos casos, la asincronía en el deseo sexual es más común de lo que parece, y no es sinónimo de que el amor se haya acabado.
Al principio, ella pensó que todo era culpa suya. Pero con el tiempo se dio cuenta de que no estaba sola, que muchas parejas experimentan la diferencia en los niveles de deseo. La asincronía no es algo raro ni una sentencia de fracaso, sino una parte natural de las relaciones que evoluciona con el tiempo.
Hace unos meses, otra conversación con un cliente me ayudó a ver lo que estaba pasando en su relación. Es normal tener menos deseo sexual que mi pareja, le dije, con la misma calma con la que mi amiga lo había expresado. De hecho, es una de las preguntas más comunes que escucho en mi consulta. ¿Por qué se da esta diferencia de deseo sexual? La respuesta no siempre es sencilla, pero siempre está vinculada a factores como el estrés, las preocupaciones cotidianas o incluso las fases de la vida.
Cuando mi cliente me compartió que su deseo sexual había disminuido, y que sentía que su pareja estaba mucho más interesada, comencé a entender que lo que realmente sucedía era una falta de sincronización. La asincronía en el deseo se vuelve evidente cuando las prioridades, las emociones o los estados de ánimo de una persona no están alineados con los de la otra. No siempre se trata de un problema con la relación, sino de un momento puntual en el que los deseos no coinciden.
La conexión emocional juega un papel fundamental. En ocasiones, uno de los miembros de la pareja puede sentirse más afectivamente satisfecho sin necesidad de mantener relaciones sexuales, mientras que el otro puede necesitar más contacto físico para sentirse amado o deseado. Estos ritmos diferentes no significan que haya falta de amor, sino una diferencia de necesidades, que se pueden abordar con comprensión.
Te invito a pensar, por un momento, si alguna vez te has hecho la misma pregunta: «Es normal tener menos deseo sexual que mi pareja?» Y, si la respuesta ha sido afirmativa, es hora de explorar cómo gestionarlo de una manera saludable. Aquí te dejo algunos consejos prácticos que pueden ayudarte a ti y a tu pareja a manejar esta diferencia sin que afecte la relación:
1. Hablar sin miedo:
Uno de los primeros pasos es hablar abiertamente sobre el deseo sexual. No se trata de una conversación incómoda, sino de una charla honesta que puede ayudar a comprender cómo se sienten ambos. La comunicación es clave para abordar la asincronía del deseo. Hablar de forma abierta, sin juicios ni expectativas, permite que cada miembro de la pareja se exprese libremente sobre sus deseos, temores y preocupaciones.
2. Redefinir la intimidad:
Recuerda que el deseo no siempre debe ir acompañado de sexo. La intimidad puede y debe ser redescubierta de otras maneras, como a través de caricias, besos y momentos de cercanía emocional. Cuando una pareja está en sintonía emocionalmente, el deseo físico puede renacer de forma espontánea. Este es el momento perfecto para experimentar y explorar diferentes formas de conexión.
3. Respetar el ritmo del otro:
Cuando te enfrentas a la asincronía del deseo, es importante recordar que cada persona tiene su propio ritmo. Tu pareja puede estar deseando más sexo, mientras que tú puedes estar experimentando una disminución en tu deseo. Esto no significa que haya algo malo, sino que simplemente no están sincronizados en ese aspecto. Respetar el espacio y las necesidades de cada uno es fundamental para mantener la relación sana y llena de entendimiento.
4. Planificar encuentros para redescubrirse juntos:
Uno de los aspectos más poderosos para manejar la diferencia de deseo es crear momentos especiales para redescubrirse como pareja, no solo sexualmente, sino también a nivel emocional. Planificar citas regulares, donde puedan compartir actividades que disfruten juntos, como paseos, cenas o actividades creativas, puede ayudar a fortalecer la conexión emocional. Estos momentos de cercanía permiten que el deseo físico surja de manera natural, sin presiones ni expectativas. Además, dedicar tiempo a la relación de pareja, fuera de la rutina diaria, es una excelente manera de reconectar y afianzar los lazos afectivos.
5. Buscar apoyo si es necesario:
Si la diferencia de deseo está afectando profundamente la relación, puede ser útil buscar ayuda externa. Un terapeuta de pareja o un consejero sexual puede proporcionar herramientas para mejorar la comunicación y la comprensión mutua. A veces, lo que parece un problema de deseo es en realidad un desafío más amplio en la relación, y un profesional puede ayudar a encontrar soluciones efectivas.
Si alguna vez te has encontrado pensando que «es normal tener menos deseo sexual que mi pareja?», quiero que sepas que esta es una fase normal en las relaciones. Lo importante es cómo manejas la situación y cómo decides abordarla con empatía y paciencia.
Así como mi amiga encontró consuelo al hablar de sus preocupaciones, también tú puedes comenzar un nuevo capítulo de redescubrimiento con tu pareja. Y recuerda, la asincronía no es el fin de la pasión, sino el inicio de una nueva forma de conectarse. Si alguna vez te sientes perdido, recuerda que siempre hay espacio para redescubrirse juntos.
«El deseo no siempre es un impulso, sino un viaje que se recorre juntos. No se trata de sincronizarse, sino de aprender a caminar al mismo paso, cada uno a su propio ritmo».
Es hora de tomar las riendas de la situación, reconociendo que el deseo puede renovarse cuando nos damos el espacio para redescubrirnos mutuamente.