A veces, no hablamos de esto, pero pasa más de lo que crees. Una consulta muy frecuente en terapia es: ¿qué hacer cuando mi pareja quiere más sexo que yo?. Esa diferencia de deseo puede sentirse como un abismo que genera culpa, presión, frustración… o silencio. Y el silencio, en la intimidad, pesa más de lo que se dice.
Quien tiene más deseo puede sentirse rechazado o poco querido. Quien tiene menos, suele cargar con la culpa, con el “debería”, con la presión de estar disponible incluso cuando no hay ganas reales. Pero aquí va una verdad poderosa: el deseo sexual no tiene que ser idéntico para que la relación funcione. Tiene que ser dialogado, comprendido y cuidado.
Hay muchas razones posibles. El deseo no es algo lineal, ni fijo. Depende del estrés, del estado emocional, de la rutina, del vínculo, del cuerpo, de los mensajes aprendidos, de si hay dolor o incomodidad durante el sexo… Y no, no es que “ya no te atraiga” o que “te pase algo raro”.
Lo importante es no tomárselo como algo personal, sino como una oportunidad para abrir conversación.
Evita frases como “nunca quieres” o “siempre te niego”. Cambia el enfoque a: “Siento que nuestros ritmos son diferentes, ¿cómo lo estás viviendo tú?”
Para muchas personas, el sexo es forma de vincularse, sentirse deseado o buscar calma. Otras lo ven como un espacio de juego, intimidad o validación. Hablar de lo que hay detrás del deseo ayuda a comprender mucho más.
Tal vez no siempre haya ganas de tener sexo con penetración, pero sí de caricias, masajes, juegos, besos largos. La intimidad no es todo o nada. Entre el blanco y el negro, hay un montón de matices por explorar.
Si sientes que tu deseo está bajo, pregúntate: ¿Estoy conectada con mi cuerpo? ¿Hay espacio para el placer o todo es exigencia? A veces, no es que no haya deseo… es que está dormido.
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No se trata de que uno se obligue o que el otro se frustre en silencio. Un acuerdo puede ser que en ciertos momentos se busque otra forma de placer, o que se mantengan espacios eróticos aunque no siempre terminen en sexo. Se trata de crear una sexualidad flexible, real y compartida.
Volvamos a la pregunta del inicio: ¿qué hacer cuando mi pareja quiere más sexo que yo?
La respuesta no es una receta mágica, sino un proceso de comunicación, cuidado mutuo y autoconocimiento. Se trata de quitarle la carga, hablar sin juicios, y empezar a explorar nuevas formas de encontrarse.
Y si sientes que te cuesta hablar del tema, que hay culpa o presión en la cama, o que tu deseo se ha ido apagando… no estás rota. Solo necesitas volver a mirarte con cariño, sin juicio. A veces, hacerlo acompañada marca la diferencia. Si quieres reconectar contigo misma y con tu deseo, puedes explorar El Mapa del Placer, un curso para redescubrir tu cuerpo y despertar tus zonas erógenas.
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