Hay algo que nadie nos enseñó bien:
Que el cuerpo no desea igual todos los días.
Que el placer no es lineal.
Y que el ciclo menstrual no solo afecta la sangre… también el deseo, la piel, la sensibilidad y la conexión con una misma.
Sexo y ciclo menstrual van de la mano, aunque muchas veces lo vivamos como dos cosas separadas.
Hoy vamos a reconciliarlas. Porque cuando conoces lo que pasa dentro de ti, el deseo deja de ser una exigencia… y se convierte en posibilidad.
Imagina que tu cuerpo es una bici.
Y que el ciclo menstrual es el camino.
Hay subidas, bajadas, curvas, cansancio, viento a favor, lluvia inesperada y tramos que se disfrutan sin pensar.
¿El secreto?
Saber en qué parte del camino estás.
Y en lugar de forzarte, acompañarte.
Aquí empieza el viaje. Pero no es un arranque con energía.
Es una pausa. Una cueva. Un día gris.
Durante la menstruación, el cuerpo pide descanso, recogimiento, cuidado.
Puede que no haya ganas de sexo, o sí, pero de una forma más suave, más íntima, más emocional.
👉 Si hay deseo: es más común querer contacto lento, afectivo, como si el cuerpo dijera: “quiéreme, no me empujes”.
👉 Si no hay deseo: también está bien. No hay que forzar un cuerpo que está ocupándose de sangrar y soltar.
La energía empieza a subir.
El cuerpo se siente más despierto.
Vuelve la motivación, el deseo de moverse, crear, explorar.
En esta fase, muchas mujeres reportan sentirse más conectadas con su cuerpo, con más deseo sexual y más fantasías.
👉 Es un momento ideal para reconectar contigo: probar nuevas cosas, explorar tu cuerpo, iniciar juegos sexuales o comunicar deseos a tu pareja.
Aquí el deseo suele estar en su punto más alto.
El cuerpo es fértil, brillante, abierto.
Te miras al espejo y te gustas. Sientes más energía, más seguridad. Te sale el fuego.
👉 Puede que te apetezca sexo más activo, directo o incluso salvaje.
👉 También es un momento de mayor lubricación natural, lo que facilita la experiencia sexual.
👉 La conexión emocional con la pareja puede ser más fuerte, porque hay ganas de contacto y cercanía.
Y llega el bajón. El cuerpo se prepara para soltar.
Algunas sienten más irritabilidad, otras más sensibilidad. A veces el deseo disminuye, otras se vuelve más emocional, más “necesito que me cuiden”.
👉 Aquí puede que el sexo no apetezca tanto, o que se desee desde otro lugar: no tanto genital, sino afectivo.
👉 Si hay tensión o molestia corporal, puede que necesites más tiempo, más palabras, más conexión emocional.
No estás mal si un día quieres sexo y al otro no.
No estás rara si en la ovulación te sientes diosa y en la premenstrual solo quieres dormir.
Tu cuerpo cambia. Tu deseo también.
Y cuando lo entiendes, dejas de exigirte placer forzado.
Y empiezas a vivir el placer posible.
Habla. Explica. Comparte tu mapa.
No des por hecho que el otro sabe cómo cambia tu energía.
Invítalo/a a acompañarte, a explorar contigo sin exigencia.
El deseo compartido no se trata solo de encajar.
Se trata de escucharse, respetarse y jugar con lo que hay.
No hay fase incorrecta.
No hay una forma “ideal” de vivir el sexo.
Hay un cuerpo que cambia, y que puede ser disfrutado desde lo que es, no desde lo que se espera.
Si aprendes a escucharte, el deseo no desaparece.
Solo aprende a hablar otro idioma.
Y ahí, empieza una nueva forma de placer.
Puedo acompañarte.
En consulta, en grupo, o con ejercicios prácticos para reconectar con tu cuerpo.
Escríbeme.
El viaje empieza cuando te eliges.